El kiwi es el fruto de una enredadera. Es originaria del valle del río Yangsté en China. Fue introducida en Nueva Zelanda en 1904. El nombre kiwi le fue otorgado en ese país, posiblemente por una remota similitud de aspecto entre el fruto cubierto de vellosidades y el ave llamada kiwi.
Tienen una piel delgada de color verde pálido y cubierta de vellos de color café. La pulpa que es dura hasta que madura completamente, es de color verde, jugosa y con diminutas semillas negras dispuestas en torno a un centro color blanco.
Tiene un sabor ácido, similar al de la fresa. Además de ser unas de las frutas con mayor concentración de vitamina C, el kiwi es rico en luteína, un compuesto fitoquímico que reduce el riesgo de cáncer, enfermedades cardíacas y de la vista.
Además, contiene mucha fibra soluble e insoluble (que sirve contra la diabetes y trastornos cardíacos). Es también rico en cobre, vital para el crecimiento de los niños, fortalece los huesos y hace desarrollar el cerebro y el sistema inmunológico.
Controla la presión sanguínea y controla la actividad del corazón. El kiwi tiene un alto contenido de vitamina E, lo que estimula la producción de colágeno (protege la piel del daño solar, mejora su apariencia y grosor). Es anti-inflamatorio y antialérgico. Se recomienda ingerir junto con alimentos ricos en potasio.
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